domingo, 3 de febrero de 2013

Control.

No lo siento.


Tal vez si.


No lo niego.


Puedo sentirlo.


Situaciones extremas, una tras otra, el peligro ante tus ojos, la adrenalina a mil y solo piensas en una palabra: "Control".

Debería escribir una novela, se titularía algo así como "Crónicas de un alma que busca el control".

Últimamente solo pienso en eso, solo razono sobre eso, solo me centro en eso.


Control.


Control.


Control.


Control.


Control.


BASTA DE CONTROL, QUIERO GRITAR.



No más control.


No más determinación.


No más cuidado.


No más prudencia.


No más planes.


No más reflexiones.

No más análisis.


No más de esa mierda, lo único que hace es limitarte, confundirte, hacer que no rindas al máximo, simplemente porque tú mismo elevas una muralla entre tus deseos y lo que es "correcto", construyes una pared entre tus sentimientos y tus impulsos, te niegas a atravesar el río de tus corazonadas e intuiciones, construyes un puente sobre él para no mojarte.


El problema es cuando esas obras se caen, ese es mi problema. El descontrol, siempre aparece, no importa cuanto desee mantener el control.


Control.


Control.


Control.


Control.


Control.


BASTA DE ESA MALDITA PALABRA.

¿NO ENTIENDES QUE NO QUIERO MÁS CONTROL?


No busco el descontrol, busco la estabilidad y principalmente la libertad.


Libertad, de vivir, sin preocuparme, sin frenarme.


Correr, correr muy rápido sintiéndome libre. Y luego:


Jugar.


Herirme.


Caerme.


Sonreír.


Reír.


Disfrutar.


Sufrir.



Todo de manera espontánea y no determinada.


No lo soporto más, quemare esa palabra del libro de mi consciencia.


Ya no existirá.


Un grito será suficiente para olvidarme de ella.


"Vamos al olvidar un segundo lo que conocemos, empecemos de nuevo este viaje, tómalo como una nueva oportunidad".